Las balsas de aire en los radiadores provocan ruidos y no permiten que el calor se distribuya de forma homogénea.

Si notas que tus radiadores no calientan como deberían, es síntoma de que necesitan un purgado. Pero no esperes a que eso ocurra, adelántate y extrae el aire almacenado en su interior antes de que llegue el invierno para combatir el frío ahorrando energía.

Aunque muchas viviendas ya cuentan con otros sistemas de climatización como suelos radiantes o aerotermia, los radiadores siguen siendo el elemento de calefacción por excelencia en España. Es común verlos en las casas de nuestro país por su eficiencia, seguridad, costo de instalación y bajo nivel de ruidos, entre otras características.

A los usuarios que ya llevan un tiempo disfrutando de la comodidad térmica de sus radiadores nunca se les olvida realizar al inicio de cada invierno su particular “día de la purga”. ¡Ojo! Esto no tiene nada que ver con la famosa saga de películas de terror, sino con el hecho de mejorar el rendimiento de sus aparatos.

Y es que cada cierto tiempo a los radiadores hay que extraerles el aire que se suele acumular en su interior y que termina generando problemas de calefacción y, por tanto, mayores consumos energéticos. Un dato que en ningún caso ha que pasarse por alto, pues según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) la calefacción supone el 46% del de la energía que se gasta en el hogar. Un incremento en esta partida y al final de mes las carteras se verán seriamente mermadas.

¿Por qué hay que purgar los radiadores?

Como ya hemos comentado hace un momento, el purgado se hace para evitar los inconvenientes que el aire almacenado crea en los radiadores, provocando que el calor no se distribuya de forma homogénea, surjan bolsas térmicas y se reduzca la potencia calorífica de la instalación. Los radiadores están conectados entre sí y con la caldera a través de tubos por los que circula agua caliente. De vez en cuando en esos conductos puede entrar aire del exterior u originarse oxígeno por la evaporación del agua. Esto suele ser reconocible por los ruidos similares a gorgoteos y hervores que se escuchan en las tuberías y los propios radiadores.

A primera vista, que se cuele algo de aire en los radiadores puede parecer una tontería, pero no es así. Para que sean completamente eficientes, los radiadores necesitan que el agua caliente se distribuya por la totalidad de su superficie. Si esto no se consigue, el radiador se calentará de forma desigual, lo que le restará eficacia y demandará un mayor volumen de energía para alcanzar la temperatura deseada.

A ello se suman otras molestias o averías como el aumento de la corrosión de las tuberías (el oxígeno es un factor de oxidación), la posibilidad de que se produzcan cavitaciones en las bombas de circulación y los ruidos que se ocasionen mediante el paso del agua.

Es fácil comprobar si un radiador tiene problemas de calefacción por aire en su interior: si no calienta como es debido la estancia y si al tocarlo hay zonas más bien frías, las cuales se suelen concentrar, sobre todo, en la parte superior.

Un destornillador de punta plana y un recipiente para recoger el agua que emane es lo único que se necesita para efectuar la purga de un radiador.

¿Cuándo hay que purgar los radiadores?

Te recomendamos purgar tus radiadores, al menos, una vez al año. Lo normal es hacerlo unas semanas antes de que comience la época de frío, que es cuando harás uso de ellos. Apúntatelo en el calendario para que no se te olvide, pues sino cuando bajen las temperaturas y debas echar mano de tu calefacción verás como los radiadores no responden a tus necesidades y encima al final de mes tu factura se habrá incrementado en un 30-40% o incluso en un 50% más que con respecto al año anterior. Además, si no se hace esta limpieza de forma periódica tu equipo podría terminar por averiarse y entonces sí que estarías metido en un buen lío.

¿Cómo se purgan los radiadores?

Tal vez dispongas de radiadores con purgador automático, donde el aire se expulsa de forma mecánica cuando es necesario. En ese caso no deberás hacer nada. Pero si tu hogar tiene radiadores manuales te toca coger un destornillador de punta plana o una moneda (para aquellos más rústicos) y un recipiente. Una vez lo tengas todo sigue estos pasos:

  • Caldera apagada. Lo primero es comprobar que la caldera está apagada y los radiadores están fríos. Si no es así, espera un poco a que se enfríen por completo.
  • Empieza por el radiador más cercano a la caldera y termina por el más lejano. Ve al radiador que esté más cerca de tu caldera y sigue el curso natural del agua para finalizar en el aparato que se halle más lejos. Si tu vivienda es de varias plantas, comienza por el piso superior y ve bajando, ya que el aire, al pesar menos que el agua, habrá subido a los radiadores de arriba.
  • Identifica la válvula de purgado. Tienes que encontrar un cabezal con una hendidura en la parte superior del radiador, habitualmente suele estar en el extremo izquierdo.
  • Coloca el recipiente bajo la llave. Una vez que has descubierto donde está la válvula coloca debajo el recipiente para recoger el agua que va a caer al abrirla. Puede ser un vaso, una cacerola, un cubo pequeño o un táper… ¡Tú mismo!
  • Abre la válvula. Mete la punta del destornillador o la moneda en la hendidura y gira lentamente hacia la izquierda, en sentido contrario a las agujas del reloj. Inmediatamente oirás un leve pitido y verás como sale un chorro de agua turbia y maloliente por estar mezclada con gas. Al principio irá emanando a borbotones, de modo irregular, pero después, cuando ya no quede aire, saldrá de manera seguida y clara, como en un grifo.
  • Cierra la llave. Cuando eso suceda gira la espita hacia la derecha para cerrarla. ¡Ya está purgado el radiador!
  • Repite la operación en el resto de radiadores. Recuerda hacerlo radiador a radiador siguiendo el flujo del agua.
Limpia asiduamente tus radiadores y contrata un servicio de mantenimiento preventivo para mejorar su rendimiento y evitar futuras averías.

Más consejos para una calefacción eficiente

Dependiendo de las estancias que tenga tu vivienda, purgar sus radiadores te llevará más o menos tiempo. Pero sea como fuere, como mucho te requerirá unos 20 minutos porque ya has visto que es una actividad muy fácil y rápida de llevar a cabo. Sin embargo, cuando hayas purgado el último de tus radiadores vuelve a tu caldera y revisa su presión del agua: tiene que estar entre 1 y 1,5 bares. Tras el purgado suele bajar su nivel, por lo que es bueno asegurarse de que la presión esté entre estas cifras antes de volver a encender la calefacción.

¿Y si tengo calefacción central? Da igual, el mecanismo de purgado es exactamente el mismo, la única diferencia es que antes y después de efectuarlo debes contactar con el responsable de la instalación. Él será quien te diga cuándo puedes proceder a acometer el purgado y una vez hecho será quien evalúe la caldera central.

Pero no solo con purgar los radiadores se obtiene una calefacción eficiente, también es necesario que nada tape la emisión de calor del aparato. Por eso, no coloques muebles voluminosos cerca de los radiadores ni los cubras con mantas, ropa u otros objetos. Si quieres que una prenda mojada se seque tiéndela en una silla cerca del radiador, pero a una cierta distancia donde no impida la difusión del calor. Tampoco permitas (esto es más difícil) que tus animales de compañía se tumben encima del radiador. Ellos estarán muy a gusto, pero no dejarán salir el calor y provocarán que se necesite más energía para calentar la habitación.

No abras las puertas o las ventanas mientras estés caldeando el ambiente, ya que se perderá ese calor producido y el sistema tendrá que doblar sus esfuerzos para mantener el nivel térmico exigido. Si quieres ventilar la casa, hazlo antes de poner la calefacción y procura realizarlo al mediodía, durante las horas más calurosas de la jornada.

También es importante mantener los radiadores limpios de polvo y suciedad, así que higieniza sus ranuras con un aspirador de mano, una escobilla y un trapo húmedo de vez en cuando. Y, por supuesto, una vez al año llámanos para que revisemos tu instalación. Contamos con un programa específico de mantenimiento preventivo de sistemas de calefacción con el que reducimos su consumo energético, evitamos averías a largo plazo y alargamos la vida útil.

En realidad no se trata de un gasto más, sino de una inversión, pues un buen mantenimiento preventivo ayuda a disminuir las reparaciones y adelantarse a los fallos que puedan aparecer. Para ello, nuestros técnicos examinarán minuciosamente tu equipo y lo calibrarán y restaurarán a un estado original. Además, nuestro servicio de mantenimiento preventivo dispone de atención telefónica para cualquier duda o consulta que pueda surgir. Asimismo, ejecutamos operaciones de mantenimiento correctivo para devolver a la instalación sus adecuadas funciones. Para más información llámanos al 918 71 11 36 o escríbenos al correo electrónico contacto@fusionaire.es y, sin compromiso, te aconsejaremos en todas tus necesidades de forma totalmente personalizada.

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